jueves, 1 de agosto de 2013

Marcos Marini

Productor isleño, participa en la asamblea "Salvemos al Monte".

El tema de la isla es complicado, siempre estuvieron peleados todos con todos acá. Esto que ves ahora es un milagro, que viene de un trabajo de años. (almuerzo de productores isleños). Para que te des una idea, se prendían fuego las casas entre hermanos, entre primos. Es difícil generar una organización. De hecho, hubo sólo un club, que funcionó y que sigue funcionando, de la isla Santiago, “Isleños Unidos”. Son dos o tres personas y deben ser hermanos. Acá todos tiran para su lado, y eso es un tema. Ante un problema como éste, algunos te van a decir, “a mí me facilita que me rellenen acá…”, tenés de todo. Entonces, de la isla, los que estamos movilizándonos y organizándonos más, somos lo que tenemos la máquina metida en la casa. Hay gente de acá que no tiene ni idea del destrozo que es.

¿A vos se te metieron en el terreno? 

Sí, rompieron todo, me metieron un caño de agua salada. Empezaron a perforar para hacer unos pilotinos sobre lo que es la terminal de contenedores, para hacer las bases. El tema es que perforaron la napa de agua salada. Mucho no sé de geología pero parece que el agua dulce le empezó a hacer presión al agua salada y empezó a salir agua salada como loco. La empezaron a tirar al canal, sobre el puerto. Ahí toma agua la destilería YPF, que la trata y la usa para las bombas, para enfriar y demás. Cuando los análisis que hace la petrolera constantemente dieron alto el nivel de salinidad, pegó el grito en el cielo, porque eso tapa todas las cañerías.
Entonces YPF hizo la denuncia. No es que nosotros nos dimos cuenta, fue por la denuncia, porque si fuese por nosotros ni cuenta nos dábamos. Si fuese por ellos menos te lo iban a decir; no es que salieron a decir “miren, pinchamos un caño de agua salada”. A partir de eso empezaron a tirar el agua salada sobre el canal Pícollo, que es por donde pasás cuando salís con la lancha de Berisso, con la terminal de un lado y el monte del otro.
Nosotros hicimos la denuncia de que estaban tirando agua salada y entonces ellos pusieron plata e hicieron todo un cañerío, un sistema de caños que cruza toda la isla, pasa por mi tranquera y tira el agua en mi terreno. Ni me consultaron. Yo a todo esto estaba plantando ciruelas, ¿y qué me voy a poner a plantar ahora? De hecho, cuando hay inundaciones, si vienen por crecida del mar, entra cierta salinidad que te seca un poco las plantas, pero no es tanto. Pero si a eso le sumás un caño de agua salada que está ahí nomás, te deja con pocas ganas de trabajar. A eso le sumás la máquina que te está rompiendo del otro lado…
El tema de laburar en el monte es súper complicado; no es que uno labura porque se va a llenar de plata. Es más que nada por algo cultural, que uno tiene y que quiere, llamálo nostalgia, llamálo como sea. Acá de la isla ninguno es millonario. Es más, si vos te ponés a hacer un balance de cuánto gastás, a veces gastás mucha plata en hacer nada. Estás contra la corriente. Yo para ir a trabajar a mi terreno tengo dos horas de ida y dos horas de vuelta. Más el viaje en lancha, más acarrear toda la maquinaria para allá, el esfuerzo de llegar. Y ver que creció una ciruela, es eso: ves que creció una ciruela. No es que me voy a llenar de plata con una ciruela. Pero si a eso le sumás, que el puerto está tirando agua salada, que están las maquinarias laburando, que te tapan los canales, que se inunda todo el terreno, que se te pudren las plantas. Y encima, vos vas a hablar a la gente del puerto, decís “che está pasando esto y lo otro” y te agarran y te dicen: “Flaco, vos en tres años volás de ahí”.
Yo no me voy a quedar de brazos cruzados. De ahí nos juntamos con dos vecinos más. Fuimos a hablar con un abogado. Empezamos a armar lo que es la asamblea. Y es la asamblea lo que es ahora. A veces con mucha gente, a veces van pocos. La gente que está acá representa lo que es la asamblea, por ahí no irán todas las reuniones. Pero se van creando redes, no es que la asamblea es un grupo cerrado. Está dispersado y vos ves por ahí que la gente hace murales, “Salvemos al monte”, y no sabés ni quiénes son. Frente a esto, el puerto es como que se caga de risa. Pero podría haber sido peor. Yo veo eso, por lo menos; hay gente de la asamblea que cree que se ha perdido tiempo. Yo, si pienso en dos años o tres años atrás, como venía la mano creo que esta parte la iban a hacer desaparecer. Que esto lo  iba a apropiar Puerto por un pedido de Nación Puerto, para seguir metiendo actividades. Esto es privado. Entonces, es como que, por lo menos en esta parte de acá, plantamos bandera. Se están haciendo actividades, el museo, un galpón comunitario junto a un arquitecto. Se está empezando a hacer la fiesta del isleño. Hace tres años se veía sólo a los que vivían acá; desde el Puerto no podían saber que también estaba el que vive en el medio del monte, o el que está laburando…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario